El caimán llanero, como el resto de cocodrilianos, presenta cierto grado de gregarismo, estableciendo territorios durante la época de celo y reproducción. Los machos suelen establecer territorios en torno a zonas profundas de los ríos y caños, que comparten con una o varias hembras (Medem, 1981; Thorbjarnarson y Hernández, 1993).
La época de celo-cortejo y establecimiento de territorios se presenta generalmente entre los meses de octubre y diciembre (Medem, 1981; Colvée, 1999; Antelo, 2008), aunque hay casos en que se han registrado en meses anteriores.
La territorialidad y el cortejo-cópula son expresadas por medio de una serie de pautas, utilizando señales sonoras, visuales, táctiles y olfatorias (Thorbjarnarson y Hernández, 1993; Colvée, 1999). Ambos comportamientos pueden darse de forma simultánea, por lo que, en ocasiones, es difícil diferenciarlos (Colvée, 1999). El comportamiento de territorialidad puede incluir: mostrar todo la superficie dorsal del cuerpo en la superficie del agua (aboyado dorsal), emisión de vibraciones subaudibles (vibración del agua por emisión de sonidos no perceptibles por el oído humano), arqueo y/o meneo de cola, chasquido producido con las mandíbulas, golpeo de la cabeza contra la superficie del agua, emisión de rugidos o bramidos, mostrar solo la cabeza emergida, burbujeo a través de boca y/o narinas e inmersión.
El cortejo se puede producir por acercamiento del macho a la hembra o viceversa, pudiendo producirse vibraciones del agua, natación en círculos, roces de hocicos, mandíbulas o región nucal o dorsal, empujones, siseos o rugidos, inflado del cuerpo, golpeo de cabeza contra el agua, burbujeos, inmersiones y emersiones, para finalizar con la cópula. Ésta tiene lugar entre octubre y diciembre (Thorbjarnarson y Hernández, 1993; Antelo, 2008), aunque puede presentarse en septiembre (Lugo, 1995; Colvée, 1999).
La anidación se produce en la época seca, cuando el nivel de agua de ríos y caños se encuentra bajando, cerca de su mínimo nivel anual. En esta época afloran playas y barrancas de arena, donde instalarán sus nidos, generalmente entre finales de diciembre y principios de marzo, dependiendo de la localización de la población. La dinámica hidrológica de los distintos cursos de agua y la variación del comienzo de la época de lluvias en distintas regiones de los Llanos podría jugar un papel en la variación de los meses de anidación de distintas poblaciones.
La ubicación del nido se produce generalmente en playas de arena, siendo en ocasiones situado en barrancas pendientes con arena. En caso de no contar con arena, pueden construir sus nidos en sustratos de mayor dureza; son capaces de utilizar aportaciones de arena dispuestas por el hombre para construir su nido en lugares donde no se encuentra este sustrato de forma natural (Antelo, 2008).
Las hembras pueden revisar el lugar donde podría instalar el nido varios días antes de la puesta, generalmente de noche. La puesta suele ser nocturna, mediante la excavación de un hoyo con las patas traseras de entre 35 y 50 cm de profundidad aproximadamente. La profundidad del nido parece estar relacionada con la longitud de las patas traseras y, por tanto, con la longitud total de la hembra (Colvée, 1999).
Por lo general, el nido es ubicado en las cercanías de una zona profunda del curso de agua, que podría proveer mayor seguridad y cercanía del nido (Thorbjarnarson y Hernández, 1993; Merchán et al., 2012). Existen casos de puestas de varias hembras en la misma playa. Las hembras parecen mantener un elevado grado de fidelidad por la playa o barranca en la que construyen el nido, acudiendo al mismo lugar año tras año.
El número de huevos puede variar entre 20 y 60, aunque hay registros de hasta 80 huevos, que permanecen enterrados en la arena durante un período de 80-90 días, aunque hay registros de períodos de incubación menores (74 días) y mayores (hasta 122 días). Las crías nacen a finales de la época seca (mediados o finales de marzo) o principios de la época de lluvias (inicios de abril a inicios de mayo), dependiendo de la localización de la población. En el momento de la eclosión, los neonatos emiten sonidos que son captados por la hembra, que puede acudir a ayudar a las crías a salir del nido, excavando con las patas delanteras. Los neonatos presentan una longitud de entre 25 y 33 cm y un peso variable (48-100 gr) (Merchán et al., 2012). La hembra puede introducir a las crías en la boca y llevarlas al agua en varios viajes.
Referencias
Antelo, R. 2008. Biología del cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius) en la Estación Biológica El Frío, Estado Apure, Venezuela. Tesis doctoral. Departamento de Ecología. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid. 286 pp.
Colvée, S. 1999. Comportamiento reproductivo del caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) en cautiverio. Tesis doctoral.
Universidad Simón Bolívar. Sartenejas, Venezuela. 322 pp. + anexos.
Lugo, L. M. 1995. Cría del caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) en la Estación de Biología Tropical "Roberto Franco",
Villavicencio, Meta. Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Vol. XIX, N°74: 601-606.
Medem, F. 1981. Crocodylus intermedius. Pp.: 165-180. En: Los Crocodylia de Sur América. Vol. I. Los Crocodylia de Colombia.
Ministerio de Educación Nacional. COLCIENCIAS. Bogotá. 192 pp.
Merchán, M. (Ed.), A. Castro, M. Cárdenas, R. Antelo y F. Gómez. 2012. Historia natural y conservación del caimán llanero (Crocodylus intermedius) en Colombia. Asociación Chelonia. Serie Monografías. Vol. IV. Madrid, 240 pp.
Thorbjarnarson, J. B. y G. Hernández. 1993. Reproductive Ecology of the Orinoco crocodile (Crocodylus intermedius) in Venezuela. II. Reproductive and Social Behavior. Journal of Herpetology 27 (4): 371-379.